y ahora yoga. Atha yogānusāsanam
Estos tiempos en los que hemos venido a vivir están tomando un cariz alarmante. Vemos tanta locura y sufrimiento a nuestro alrededor. Estamos en Kala Yuga, la era donde la máquina vence al hombre.
En el 2012 hemos entrado en la vibración acuariana. Una evidente convulsión sacude el sistema nervioso y el campo electromagnético de la humanidad.
Ha habido otros momentos cruciales en la historia. Qué terrible debió ser protagonizar alguna de las dos grandes guerras mundiales. Ser hombre nunca ha sido fácil…
Aunque en escrituras antiguas se habla de eras remotas donde el hombre vivía en perfecta felicidad. Se describen cuatro grandes eras en las escrituras Védicas: Sat Yuga. La Era de Oro. El hombre está unido con lo divino. Vive en perfecta inocencia. Tetra Yuga. La Era de Plata. El hombre se separa un cuarto de lo divino. El ser se vuelve débil. Duapar Yuga. La Era de Cobre. El hombre sólo puede reconocer la mitad de la verdad y adora a Dios en la forma. Kali Yuga. Sólo se reconoce un cuarto de la Verdad. Es la Era Oscura, la Era de Acero.
Hemos caminado hacia la cumbre de una montaña y hace mucho tiempo que sospechamos habernos equivocado. Cada vez el camino es más escarpado pero volver sobre nuestros pasos da tanta pereza que seguimos con la esperanza de que en el próximo recodo nos crucemos de nuevo con el buen camino. Éste es el momento en que nos encontramos, demasiado lejos para que el regreso se pueda hacer fácilmente, pero a tiempo para reconocer que nos hemos equivocado y deshacer cuanto antes lo andado para emprender una nueva senda. Si seguimos haciendo las cosas de la misma manera seguiremos perdidos.
El alarde de egoísmo se plasma como caricatura en el desastre ecológico que tiene como chivato el cambio climático, tan previsto por sabios y científicos pero que, por nuestra torpe manera de relacionar los efectos con sus causas, nos ha pillado a todos con las manos en la masa del delito ecológico.
Para deshacer el camino equivocado con alegría, necesitamos yoga. Limpia tu mente, entona un mantra de tu gusto: Sat Nam, Om Namo Shivaya, … y regresa a la simpleza. Que padres y madres tengan tiempo para sus hijos, que las noches sean para ver estrellas y contar cuentos. Lo bello habla de salud. Es bello un árbol, un relámpago, una gallina libre con sus polluelos detrás. Es feo el cielo ciego de las ciudades y las granjas de gallinas ponedoras. Volvamos gallardamente y renacidos, enriquecidos por nuestras experiencias. Desapeguemonos de las posesiones físicas y mentales.
Una vez deshecho el error, abriremos nuevas sendas, el futuro espera detrás de cada niño. Volvamos a intentarlo, ahora somos más sabios. Necesitamos la mente neutral de un yogui para crear un nuevo concepto de frontera, de familia, de perdón, de justicia y de Dios.
Aprovechemos la invitación de la vida. No hay mejor momento para un ser humano que cuando llega la profunda crisis, entonces, rendido puede entregarse al dulce y firme flujo del Amor. El que siempre ha sido y siempre será, el que siempre estuvo esperando y que susurra en una ásana, en un mantra o en una consciente respiración.